(Caracas, Venezuela, 7.05.1954)
Poeta, narrador, editor, crítico, guionista de cine y periodista.
Ciudadano cubano y residente en Cuba desde su infancia, es Licenciado en Filología por la Universidad de La Habana, 1980.
Ha publicado los poemarios:
- Primeros argumentos, Ed. Extramuros, La Habana, 1974.
- Dictado por la lluvia, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1976.
- A dos espacios, Ed. Unión, La Habana, 1981.
- De vital importancia, Ed. Abril, La Habana, 1984.
- El arca de la serena alegría, Ed. Universidad de La Habana, 1985.
- Memorias del sueño, Ed. Unión, La Habana, 1989.
- Ómnibus de noche, Ed. Unión, La Habana, 1995.
- Un perro en la casa del amor, Ed. Unión, La Habana, 2003.
- La violenta ternura, Ed. Letras Cubanas. La Habana, 2007.
MONÓLOGO EXTERIOR VIENDO PASTAR LOS VIVOS
...............................................................The mortgage of the dead is known.
....................................................................................[Carson McCullers]
..............................................para José María y Oilda, que, sin mirar, me ven
Los muertos no saben que lo son
hasta que se asoman al espejo;
hasta que hunden las manos en el agua;
hasta que exigen su lugar en la mesa,
la música querida, los vencidos retratos
El azogue les devuelve otro rostro;
el agua no los alivia –ni siquiera los roza–;
y en la mesa los jóvenes beben con profundidad,
escuchan discos estridentes,
se toman instantáneas
Los muertos no sienten ya rencor,
no experimentan placer
si el viento, inútilmente, intenta despeinarlos
Los muertos no leen sobre el hombro,
no codician la mujer del hijo,
no cruzan la calle a contramano,
no se arrepienten, no besan, no se dejan odiar,
no sorben, ruidosos, la sopa indefinible
Los muertos no pueden asentir,
no se dejan querer
–mucho menos invocar–
Los muertos pierden la preferencia del color,
pierden la acidez del sexo,
los deseos de derribar una puerta a patadas
Los muertos son inofensivos,
no pueden votar, no se pronuncian en congresos,
no marchan por las calles gritando soledad
Los muertos los miramos vivir, enternecerse,
los escuchamos fingir que todo ya está dicho,
los comprendemos, con sonrisa cómplice,
desde el fondo de los espejos,
desde el recuerdo de la calidez del agua,
desde los compases del vals que bailamos
cuando los soñábamos a ustedes,
desde los amarillos, ilegibles retratos
donde esperamos para siempre.
.
del libro A dos espacios (1981)
AMABLE LECTOR, NO SE CONFÍE
En la octava línea de este texto
una paloma está agonizando,
pero usted puede no mirarla
Aguarde mejor en la palabra cuarta:
ha llovido, y justo allí, dique inocente,
un niño juega a detener el agua
Ya sé que no vale la pena
un par de alas abatidas
ni el encendido pico
que ahora sorbe, ansioso,
la frescura de la tinta;
pero sucede, lector,
que hacia el final del poema
una muchacha se baña
desnuda en la playa
Si viera, hay tanto azul
y oro en el paisaje
Sus senos desafían en la espuma
y todos los aromas del mundo la regalan
Mas qué le digo…
Usted está sentado junto al niño
viéndolo navegar sueños adentro,
mientras piensa con horror
en una paloma que agoniza
Quédese ahí, no sufra en vano,
después de todo, una muchacha
no vale lo que un sueño
Al final, sólo un detalle:
no se confíe,
la belleza más bien es una espada
Lo que corre a sus pies, puede ser sangre,
y si se fija bien
quizás alcance a distinguir
un desvalido barco de papel
de un ave herida que la corriente arrastra.
Virginidad perdida. La mano a la cabeza
La música, un lamento. La música, el tiempo de no estar
parado ahí viendo gotear las hojas
Entran y salen los hombres a exponer su fulgor
Quieren probar que toda penumbra los imantará,
que la claridad ha de limpiar sus huesos
Ella baila de nuevo para mí
Ella salta de nuevo fuera de la luz
Ella extiende los brazos hacia donde sabe
alguna vez estuvo mi sonrisa
Humo en el hogar
Humo en las bocas que se cubren de espuma
Es la canción de los viejos marinos
que han perdido los ojos
y ahora dicen su glorioso dolor
Ven al extremo donde todos golpeamos la mesa
Asiente así, como si reconocieras esa música
que apenas deja respirar
Al final del siglo
somos los jóvenes más viejos de la tierra
¿No la reconoces? Es Terpsícore
Se está ofreciendo a ti. Se está ofreciendo
para que nos rajemos con ella la garganta,
para que nos comamos los puños,
para que nos lancemos al asalto
contra la alegría de los otros
Esta noche el cielo va a morir
Cantaremos de la mano su alabanza
Desde esta taberna patearemos su cadáver.
del libro Un perro en la casa del amor (2003)
COMUNICACIÓN MÉXICO-LA HABANA, O
ANTOINE DOINEL A AMBOS LADOS DE LA LÍNEA
Hermano Antoine, solos, indefensos
ante el arcaico impulso de abrazar,
sorteando las precisas máquinas de guerra,
sentados en el límite, los pies hundidos en la noche,
qué nos queda sino mirar con cierto aburrimiento
La gente no comprende La gente hace hijos
La gente va al zoológico y tiembla de pavor
si se descubre en una jaula más vasta,
limitada por la ilusión del horizonte
Nosotros comemos las amargas fresas de la hora
Nadie nos ve Nadie quiere saber de los dos
¡A la ciudad, bajo la lluvia, a la ciudad!
Un hombre besa despiadadamente a una mujer
Un perro vira con rabia los tachos de basura
Alguna relación habrá
entre dos personas que se aman con dolor
y un pobre perro
Alguna relación, entre el final del Siglo,
sus temblores, este Antoine ensangrentado
que va de una a otra pared,
y el teléfono, insistente, que nadie hace callar
Querido y viejo amigo:
a la salida del colegio nos reconoceremos
en la transparencia del mar,
nos saludaremos con el gesto
de quienes comparten el silencio
en el que duermen hipocampos y anémonas
No dejes de patear las piedras del camino
Y si no hubiera, lanza alegremente
el corazón contra la puerta del mundo
A tu hora, también convocarás a un nuevo Antoine
También te sentirás lleno de culpa
También, como un poseso, esperarás una llamada
para escucharte del otro lado de la línea..
ALTERNAS VIBRACIONES, GOTITAS DE MISERIA
Quien mira a lo alto de la ciudad
descubre en el cielo su rostro envejecido
También el entramado
de los cables y las hojas
cediéndose alternas vibraciones
Entre ramas y hollín
aquí pasaba, urgente, el verano
Insectos laboriosos
acarreaban polvo,
gotitas de miseria
que caían como nieve
sobre las cabezas
de los impávidos viandantes
Sobre la ciudad se alzaba la ciudad
Y sobre el magma de los sueños, versos
Pero llegó el día
que Dios se puso malo:
cerró el negocio
y se echó a dormir sobre su sombra
Nosotros, los muchachos de siempre,
los coreutas amargos, con rosas en los labios,
acudimos corriendo a los templos
y rompimos las puertas a patadas
Queríamos que no terminara la función,
un trago más,
visajes obscenos de las últimas danzantes
Que los capellanes
nos devolvieran las palabras
y los olores perdidos,
los años que cantamos
despreocupadamente entre las ruinas,
fingiendo que todo daba igual,
que ya amanecería
Pero adentro sólo había ángeles rendidos,
embrutecidos apóstoles borrachos,
jabalíes hozando entre las piernas
de las vírgenes eternamente mancilladas
Y nada de la felicidad
que prometiera el Padre
Todo en esta ciudad
donde a veces miramos a lo alto,
y los hijos se olvidan de sacarnos al sol
Esta misma ciudad
que nos deja vivir porque nos mata.
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