Roberto Francisco Manzano Díaz
(Ciego de Ávila, 20.09.1949)
Poeta, ensayista, editor, promotor cultural y profesor.
Estudió magisterio en su ciudad natal, y es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.
Tiene veintiocho años de experiencia como profesor, treinta años de práctica literaria, y diez años de labor como editor y diseñador gráfico.
Trabajó en el Departamento de Literatura del Instituto Cubano del Libro, en el Grupo de Creación del Centro Nacional de Promoción Literaria, sito en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, y como editor de la Editorial Extramuros, del Centro Provincial del Libro y la Literatura de Ciudad de La Habana.
Actualmente se desempeña como jefe de la redacción de Poesía de la Editorial Letras Cubanas, del Instituto Cubano del Libro. Además coordinó la tertulia EL CÁNTARO AZUL, extensión cultural del Diplomado HISTORIA Y PRÁCTICA DE LA CREACIÓN POÉTICA, del cual fue profesor y coordinador general en sus tres primeras versiones.
Ha impartido un gran número de conferencias y realizado recitales en espacios culturales diversos, nacionales e internacionales.
Ha obtenido múltiples distinciones nacionales e internacionales por su obra, como lo son: Premio Príncipe de Literatura de la Televisión Camagüeyana en 1996 y en 2005. Nominado para el Premio Reina Sofía, de España, por la Universidad de Camagüey en 1996. Premio Silvestre de Balboa 2004. Medalla Conmemorativa de la Ciudad de Ciego de Ávila 2004. Premio Candil 2005, Cotorro, Ciudad de La Habana, por su trabajo en la formación de jóvenes valores de la poesía cubana. Distinción Elegía Camagüeyana de la Universidad de Camagüey 2005. Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén, México, 2004. Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén, Cuba, 2005. Premio La Rosa Blanca de Literatura Infantil 2005. Finalista del Premio Internacional de la Revista Prometeo para libros publicados en lengua castellana 2007 con su libro Synergos. Finalista del Premio Internacional del Poesía para libros publicados en lengua española en el Festival de la Lira 2007, Cuenca, Ecuador, con su libro Synergos. Premio Samuel Feijóo de Cultura y Naturaleza por la Obra de toda la Vida, Sociedad Económica de Amigos del País, Cuba, 2007. Medalla Felipe Poey Aloy, Sociedad Económica de Amigos del País, Cuba, 2007.
Obra publicada:
• Puerta al camino, Ediciones Ácana, Camagüey, 1992 (1era. edición)
• Mito y texto de José Martí, Ediciones Ácana, Camagüey, 1996 - Premio Concurso de Ensayo Emilio Ballagas, 1995
• Canto a la sabana, Ediciones Unión, Ciudad de La Habana, 1996 (1era. edición)
• El hombre cotidiano, Ediciones Ácana y Ediciones Memoria, Camagüey, 1996
• Pasando por un trillo, Ediciones Memoria, Camagüey, 1997 (1era. edición)
• El bosque del alma, Ediciones Memoria, Camagüey, 1998 - Traducciones de poetas yemenitas con Abdulla Nasser Saleh
• Tablillas de barro, Ediciones Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 1996 - Premio Pinos Nuevos 1993
• Transfiguraciones, Ediciones Vigía, Matanzas, 1999 - Premio Milanés 1997
• Tablillas de barro II, Ediciones Holguín, Holguín, 2000 - Premio Adelaida del Mármol 1996
• El racimo y la estrella, Ediciones Unión, Ciudad de La Habana, 2002 - Premio 26 de Julio, 1993
• Pasando por un trillo (poesía infantil), Ediciones Ácana, Camagüey, 2003 (2da. edición) - Premio La Rosa Blanca 2005
• Encaminismo (Antología personal 1970-1999), Ediciones Ácana, Camagüey, 2005 - Premio Silvestre de Balboa 2004
• Synergos, Ediciones Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 2005 - Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén, 2005
• Poesía de la tierra, Editorial Ávila, Ciego de Ávila, 2005 - Edición definitiva de Canto a la sabana y Puerta al camino
• Fogatas sobre el polvo, Ediciones Nave de papel, Quintana Roo, México, 2006 - Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2004, de México
• Rapsodia de vivir, Ediciones Unicornio, La Habana, 2006
• La hilacha, Ediciones Vigía, Matanzas, 2006
• Pensamientos libres, Ediciones Capiro, Santa Clara, 2006
• Canto a la sabana (edición especial del poema homónimo), Ediciones del Proyecto Sur, Ciudad de La Habana, 2007
• Vector de intencionalidad y trabajo artístico (ensayo), Editorial Ácana, Camagüey, 2007
• El relámpago en la espiga (décimas y sonetos), selección y prólogo de Teresa Hernández de Cárdenas, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2007
• Tablillas de barro (tríptico lírico), Ediciones Unión, Ciudad de La Habana, 2007
• Synergos, segunda edición, Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 2007
• Bienaventurado el árbol que camina, selección suya de los poetas de la primera edición del Diplomado, Editorial Extramuros, Ciudad de La Habana, 2007
Reside en La Habana.
( Direcciones de correo electrónico: manzano@cubarte.cult.cu - poesia@icl.cult.cu )
…………………. .............http://www.robertomanzano.info/
(Ciego de Ávila, 20.09.1949)
Poeta, ensayista, editor, promotor cultural y profesor.
Estudió magisterio en su ciudad natal, y es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.
Tiene veintiocho años de experiencia como profesor, treinta años de práctica literaria, y diez años de labor como editor y diseñador gráfico.
Trabajó en el Departamento de Literatura del Instituto Cubano del Libro, en el Grupo de Creación del Centro Nacional de Promoción Literaria, sito en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, y como editor de la Editorial Extramuros, del Centro Provincial del Libro y la Literatura de Ciudad de La Habana.
Actualmente se desempeña como jefe de la redacción de Poesía de la Editorial Letras Cubanas, del Instituto Cubano del Libro. Además coordinó la tertulia EL CÁNTARO AZUL, extensión cultural del Diplomado HISTORIA Y PRÁCTICA DE LA CREACIÓN POÉTICA, del cual fue profesor y coordinador general en sus tres primeras versiones.
Ha impartido un gran número de conferencias y realizado recitales en espacios culturales diversos, nacionales e internacionales.
Ha obtenido múltiples distinciones nacionales e internacionales por su obra, como lo son: Premio Príncipe de Literatura de la Televisión Camagüeyana en 1996 y en 2005. Nominado para el Premio Reina Sofía, de España, por la Universidad de Camagüey en 1996. Premio Silvestre de Balboa 2004. Medalla Conmemorativa de la Ciudad de Ciego de Ávila 2004. Premio Candil 2005, Cotorro, Ciudad de La Habana, por su trabajo en la formación de jóvenes valores de la poesía cubana. Distinción Elegía Camagüeyana de la Universidad de Camagüey 2005. Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén, México, 2004. Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén, Cuba, 2005. Premio La Rosa Blanca de Literatura Infantil 2005. Finalista del Premio Internacional de la Revista Prometeo para libros publicados en lengua castellana 2007 con su libro Synergos. Finalista del Premio Internacional del Poesía para libros publicados en lengua española en el Festival de la Lira 2007, Cuenca, Ecuador, con su libro Synergos. Premio Samuel Feijóo de Cultura y Naturaleza por la Obra de toda la Vida, Sociedad Económica de Amigos del País, Cuba, 2007. Medalla Felipe Poey Aloy, Sociedad Económica de Amigos del País, Cuba, 2007.
Obra publicada:
• Puerta al camino, Ediciones Ácana, Camagüey, 1992 (1era. edición)
• Mito y texto de José Martí, Ediciones Ácana, Camagüey, 1996 - Premio Concurso de Ensayo Emilio Ballagas, 1995
• Canto a la sabana, Ediciones Unión, Ciudad de La Habana, 1996 (1era. edición)
• El hombre cotidiano, Ediciones Ácana y Ediciones Memoria, Camagüey, 1996
• Pasando por un trillo, Ediciones Memoria, Camagüey, 1997 (1era. edición)
• El bosque del alma, Ediciones Memoria, Camagüey, 1998 - Traducciones de poetas yemenitas con Abdulla Nasser Saleh
• Tablillas de barro, Ediciones Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 1996 - Premio Pinos Nuevos 1993
• Transfiguraciones, Ediciones Vigía, Matanzas, 1999 - Premio Milanés 1997
• Tablillas de barro II, Ediciones Holguín, Holguín, 2000 - Premio Adelaida del Mármol 1996
• El racimo y la estrella, Ediciones Unión, Ciudad de La Habana, 2002 - Premio 26 de Julio, 1993
• Pasando por un trillo (poesía infantil), Ediciones Ácana, Camagüey, 2003 (2da. edición) - Premio La Rosa Blanca 2005
• Encaminismo (Antología personal 1970-1999), Ediciones Ácana, Camagüey, 2005 - Premio Silvestre de Balboa 2004
• Synergos, Ediciones Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 2005 - Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén, 2005
• Poesía de la tierra, Editorial Ávila, Ciego de Ávila, 2005 - Edición definitiva de Canto a la sabana y Puerta al camino
• Fogatas sobre el polvo, Ediciones Nave de papel, Quintana Roo, México, 2006 - Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2004, de México
• Rapsodia de vivir, Ediciones Unicornio, La Habana, 2006
• La hilacha, Ediciones Vigía, Matanzas, 2006
• Pensamientos libres, Ediciones Capiro, Santa Clara, 2006
• Canto a la sabana (edición especial del poema homónimo), Ediciones del Proyecto Sur, Ciudad de La Habana, 2007
• Vector de intencionalidad y trabajo artístico (ensayo), Editorial Ácana, Camagüey, 2007
• El relámpago en la espiga (décimas y sonetos), selección y prólogo de Teresa Hernández de Cárdenas, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2007
• Tablillas de barro (tríptico lírico), Ediciones Unión, Ciudad de La Habana, 2007
• Synergos, segunda edición, Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 2007
• Bienaventurado el árbol que camina, selección suya de los poetas de la primera edición del Diplomado, Editorial Extramuros, Ciudad de La Habana, 2007
Reside en La Habana.
( Direcciones de correo electrónico: manzano@cubarte.cult.cu - poesia@icl.cult.cu )
…………………. .............http://www.robertomanzano.info/
Así a donde vamos a ir
Así a donde vamos a ir, si necesitamos tanto? Si todo se gasta un jolongo de algo, un tranvía de eso y de aquello, un triste diapasón de utensilios;
porque no hay manera, no basta con las manos, no basta con añadir los pies, las rodillas, los codos, los hombros, la cabeza;
no basta: siempre urge una prolongación, un abarque mayor o menor, una hendidura más larga, una extensión casi planetaria;
en cuanto se viene desnudos y desnudos nos marchamos, debíamos tener una desnudez intermedia, pero no es posible;
nos vamos entretejiendo, envolviéndonos, esposándonos, hilándonos y deshilándonos, oh Penélope;
y nos vamos alargando, demorando, sucediéndonos repletos de botones, bocinas, barrenas, oh Odiseo;
grandes son las alforjas de nuestro destino, crecen como los gajos de un milagro, pues vivimos de adminículos;
dependemos de los artesanos que se especializan, de las industrias que se especializan, de los países que se especializan;
toda nuestra libertad radica en el aceite, la sal, la tinta, el petróleo, el papel, el fósforo, el antibiótico;
toda nuestra existencia pasa como un hilo por el que trae el ajo, el distribuidor hidráulico, el mecánico de las imágenes y los dientes;
oh Edison, cómo es posible? hacia dónde vamos a ir si ya necesitamos de este modo? Hacia dónde, si somos tantos, y demandamos tanto?;
cuántas cucharitas de diversos tipos, cuántos cuchillitos para los pies, los panes, los pescados;
cuántos espejos y cremas, cuántas tenazas y esmeriles, cuántos títulos y expedientes, cuántos galones y planillas;
cuántas sogas y diademas, detectores y lentes, armas y bebidas, aviones y peinetas, espátulas y misiles;
y hemos olvidado los matices simbólicos del cielo, el sabor del rocío o de la yerba macerada bajo las caderas del amor;
a qué olían las costas de los ríos vírgenes, los langostinos de los arroyuelos, las manos de la amada dentro de las hojas del sasafrás solemne?;
fíjate bien, Tersites, que todo es agotable, insostenible, deleznable, expulsable, pero goza de un acabado perfecto;
fíjate que todo fosforece en líneas puras, pero es para un sólo golpe de boca o para el paréntesis fugitivo del mes;
qué se fizieron los ebanistas que levantaban aquellos muebles sólidos, aquellas mesas que atravesaban como barcos las aguas de los siglos?;
qué se fizieron los artefactos solos, que no formaban cadenas de cadenas, que eran inderivables unos de otros como zafados eslabones?;
oh Plutón, vivir para tantas cosas grandes y chiquitas, urgentes y bellas, frágiles y mancomunadas, terminables y extensas;
con cuántos racimos vive el hombre, dentro de qué férulas, árbol que nunca acaba de gajear hacia la totalidad del viento.
A veces, con las últimas luces de la tarde
A veces, con las últimas luces de la tarde, van saliendo poco a poco de las estaciones los pobres y oscuros trenes;
son metálicos y sucios, atestados de seres presurosos que callan mientras el silbato se despide de los andenes;
y los postreros trozos de periódicos van corriendo por el cemento, por debajo de los zapatos, hasta que caen hacia los rieles brillantes;
y entonces, entre la luz sesgada de la tarde, cierta luz de bijol y aroma triste, se van perdiendo los últimos coches;
y yo soy el viajero, yo siempre soy el viajero, el hombre recostado, meditabundo, que está parado en el estribo;
soy el viajero que ha partido y que no ha llegado nunca, que busca lo ilusorio dentro del túnel de los trenes;
y entonces digo adiós a todos, y adiós a mí mismo, y estoy diciendo adiós, moviendo el pañuelo utópico;
y yo tengo una larga vida detrás, y una larga esperanza delante, y una opresión dolorosa dentro del corazón que canta mucho;
y a veces soy de nuevo, siempre soy de nuevo aquel niño rural que veía pasar los pequeños trenes negros de la infancia;
y cómo es posible que yo sea todavía aquel niño, que yo tenga por dentro el mismo viaje de heridora nostalgia?;
son cosas que no están bien en la evolución de los destinos, porque duele mucho conservar esa fugacidad dormida;
es mejor ir de coche en coche bromeando con los restantes ensimismados, con los prójimos distraídos;
es mejor sacar los ojos al paisaje, ya deletreado como un salmo visual, como una copla monótona;
o hundirlos en las cercas próximas, que van uniendo llenas de prisa sus postes florecidos, sus muñones negros;
o entrar hacia el alma, viajera lenta, que cruza con sus bártulos por lo aéreo mientras las chispas de los raíles copian los primeros destellos de Venus!
Vamos a dejar que las cosas canten
Vamos a dejar que las cosas canten con su propia velocidad y pausa, dentro de sus encías íntimas;
con los nudillos del afecto, de las sensaciones agudas, de las emigraciones fluyentes, de los socavones vibrátiles;
vamos a poner sólo los oídos, con la buena voluntad de querer captar lo que cantan los seres sólidos en su silencio oscuro;
porque también los muros cantan, se desordenan sabiamente, con sabrosas pautas, en singulares horas;
más canta el líquido, es más afinado y resuelto, goza de una disposición más grávida de vasijas;
luego el gas, que es excesivamente sonoro, ondula y estalla, se encajona en los valles y las bóvedas, oh Eco;
pero el fuego es solemne, prefiere las arias, y tiene la percusión de las selvas, la crepitación de los dioses;
Heráclito es el gran compositor, pues sus sinfonías oscuras de Éfeso no pueden ser reiteradas sino en el chorro del mundo;
oh acueductos vibrantes, anfiteatros que retumban, pasillos que ululan, galerías que silban, portales de estribillos;
dejen que la madre tome el seno entre los dedos, para que la leche cante en la garganta del niño;
y que el fiscal ritme, con voz enfática, la ringlera implacable de los argumentos, las losas de sus deducciones;
habrán de perdonar la música del poeta, que es de una matemática tan sutil que se quiebra fácilmente, como un vidrio romántico;
y sin embargo, oh Dios, esas nervaduras sonoras resisten el rocío devastador de los milenios;
de qué fuerza estarán hechas esas burbujas de sentido, esas mondaduras materiales del alma?;
pero ahora dejemos que todo cante, sin intervención de maestros, que todo cante en su pupilaje más íntimo;
que cante desde sus márgenes y hacia lo recóndito, desde la sedimentación más honda hasta el vuelo más blanco;
y entonces será de ver, oh Euclides, qué canción tan vasta y obediente es la población ensamblada del mundo.
Cómo los brotes solos
Cómo los brotes solos
ganan, hacia la luz, los irradiantes polos;
cómo se espesan las neblinas
dentro de los bajíos que escoltan las colinas;
ay, cómo se revienta
el ala del esfuerzo en la tormenta;
y cómo el polvo ido
vuelve a ser este polvo amanecido;
un terrón que se añade, otro terrón
que se añade, en la lógica de la acumulación;
lo oscuro avanza, y lo más claro
avanza, y el silencio, y el disparo;
todo se agolpa en un silencio torvo
con vocación de puerta o tozudez de estorbo;
mirando en torno vemos
al que marcha feliz, repleto de coronas y de remos;
y vemos que las horas
siguen su paso, aglomerando auroras;
que los minutos
caen, en derribo de oro, como invisibles frutos;
cuándo se juntará la junta
para dar la respuesta a la humilde pregunta;
se anuda afuera, silencioso, el tallo
mientras rompe la espuma el casco del caballo;
algo, fuera de todo ojo, se redondea
sin que intervenga el cónclave o la idea;
y la luna platea lo que el sol dora
en una rueda sucesiva y corredora;
y las ansias del hombre
son una inflorescencia bordada que no tiene nombre;
es una cíclica aglomeración
que ya apagada vuelve a encandilarse con pasión;
siempre va del segundo al año
hacia la nube, como Jacob, por el peldaño;
como Jacob, pegando con golpe taciturno
al adversario en lo nocturno;
como Jacob, cojeando en la andadura
hacia la altura;
una puerta se abre bajo el puño
a pesar de la herida y del rasguño;
de un solo trago se bebe la experiencia,
pero cómo la falta de luz en la conciencia?:
cómo, si no es subiendo
en una soledad heroica, sin estruendo?;
cómo, si no es nutriendo la quimera
mientras arde la mano en la salmuera?;
hay que imitar
lo que ocurre a la arcilla, a la mazorca, al mar;
el que no sedimenta
no avienta;
la luna con imán
más luces capta con menor afán;
nos hurtaron la recta
que del silencio cruza hacia la voz perfecta;
todo camina
a su meta genuina;
todo busca, en la luz, su gema
contra el ríspido muro del problema;
vámonos, vámonos con lo que avanza
para saber si es cierta la esperanza!
Así a donde vamos a ir, si necesitamos tanto? Si todo se gasta un jolongo de algo, un tranvía de eso y de aquello, un triste diapasón de utensilios;
porque no hay manera, no basta con las manos, no basta con añadir los pies, las rodillas, los codos, los hombros, la cabeza;
no basta: siempre urge una prolongación, un abarque mayor o menor, una hendidura más larga, una extensión casi planetaria;
en cuanto se viene desnudos y desnudos nos marchamos, debíamos tener una desnudez intermedia, pero no es posible;
nos vamos entretejiendo, envolviéndonos, esposándonos, hilándonos y deshilándonos, oh Penélope;
y nos vamos alargando, demorando, sucediéndonos repletos de botones, bocinas, barrenas, oh Odiseo;
grandes son las alforjas de nuestro destino, crecen como los gajos de un milagro, pues vivimos de adminículos;
dependemos de los artesanos que se especializan, de las industrias que se especializan, de los países que se especializan;
toda nuestra libertad radica en el aceite, la sal, la tinta, el petróleo, el papel, el fósforo, el antibiótico;
toda nuestra existencia pasa como un hilo por el que trae el ajo, el distribuidor hidráulico, el mecánico de las imágenes y los dientes;
oh Edison, cómo es posible? hacia dónde vamos a ir si ya necesitamos de este modo? Hacia dónde, si somos tantos, y demandamos tanto?;
cuántas cucharitas de diversos tipos, cuántos cuchillitos para los pies, los panes, los pescados;
cuántos espejos y cremas, cuántas tenazas y esmeriles, cuántos títulos y expedientes, cuántos galones y planillas;
cuántas sogas y diademas, detectores y lentes, armas y bebidas, aviones y peinetas, espátulas y misiles;
y hemos olvidado los matices simbólicos del cielo, el sabor del rocío o de la yerba macerada bajo las caderas del amor;
a qué olían las costas de los ríos vírgenes, los langostinos de los arroyuelos, las manos de la amada dentro de las hojas del sasafrás solemne?;
fíjate bien, Tersites, que todo es agotable, insostenible, deleznable, expulsable, pero goza de un acabado perfecto;
fíjate que todo fosforece en líneas puras, pero es para un sólo golpe de boca o para el paréntesis fugitivo del mes;
qué se fizieron los ebanistas que levantaban aquellos muebles sólidos, aquellas mesas que atravesaban como barcos las aguas de los siglos?;
qué se fizieron los artefactos solos, que no formaban cadenas de cadenas, que eran inderivables unos de otros como zafados eslabones?;
oh Plutón, vivir para tantas cosas grandes y chiquitas, urgentes y bellas, frágiles y mancomunadas, terminables y extensas;
con cuántos racimos vive el hombre, dentro de qué férulas, árbol que nunca acaba de gajear hacia la totalidad del viento.
A veces, con las últimas luces de la tarde
A veces, con las últimas luces de la tarde, van saliendo poco a poco de las estaciones los pobres y oscuros trenes;
son metálicos y sucios, atestados de seres presurosos que callan mientras el silbato se despide de los andenes;
y los postreros trozos de periódicos van corriendo por el cemento, por debajo de los zapatos, hasta que caen hacia los rieles brillantes;
y entonces, entre la luz sesgada de la tarde, cierta luz de bijol y aroma triste, se van perdiendo los últimos coches;
y yo soy el viajero, yo siempre soy el viajero, el hombre recostado, meditabundo, que está parado en el estribo;
soy el viajero que ha partido y que no ha llegado nunca, que busca lo ilusorio dentro del túnel de los trenes;
y entonces digo adiós a todos, y adiós a mí mismo, y estoy diciendo adiós, moviendo el pañuelo utópico;
y yo tengo una larga vida detrás, y una larga esperanza delante, y una opresión dolorosa dentro del corazón que canta mucho;
y a veces soy de nuevo, siempre soy de nuevo aquel niño rural que veía pasar los pequeños trenes negros de la infancia;
y cómo es posible que yo sea todavía aquel niño, que yo tenga por dentro el mismo viaje de heridora nostalgia?;
son cosas que no están bien en la evolución de los destinos, porque duele mucho conservar esa fugacidad dormida;
es mejor ir de coche en coche bromeando con los restantes ensimismados, con los prójimos distraídos;
es mejor sacar los ojos al paisaje, ya deletreado como un salmo visual, como una copla monótona;
o hundirlos en las cercas próximas, que van uniendo llenas de prisa sus postes florecidos, sus muñones negros;
o entrar hacia el alma, viajera lenta, que cruza con sus bártulos por lo aéreo mientras las chispas de los raíles copian los primeros destellos de Venus!
Vamos a dejar que las cosas canten
Vamos a dejar que las cosas canten con su propia velocidad y pausa, dentro de sus encías íntimas;
con los nudillos del afecto, de las sensaciones agudas, de las emigraciones fluyentes, de los socavones vibrátiles;
vamos a poner sólo los oídos, con la buena voluntad de querer captar lo que cantan los seres sólidos en su silencio oscuro;
porque también los muros cantan, se desordenan sabiamente, con sabrosas pautas, en singulares horas;
más canta el líquido, es más afinado y resuelto, goza de una disposición más grávida de vasijas;
luego el gas, que es excesivamente sonoro, ondula y estalla, se encajona en los valles y las bóvedas, oh Eco;
pero el fuego es solemne, prefiere las arias, y tiene la percusión de las selvas, la crepitación de los dioses;
Heráclito es el gran compositor, pues sus sinfonías oscuras de Éfeso no pueden ser reiteradas sino en el chorro del mundo;
oh acueductos vibrantes, anfiteatros que retumban, pasillos que ululan, galerías que silban, portales de estribillos;
dejen que la madre tome el seno entre los dedos, para que la leche cante en la garganta del niño;
y que el fiscal ritme, con voz enfática, la ringlera implacable de los argumentos, las losas de sus deducciones;
habrán de perdonar la música del poeta, que es de una matemática tan sutil que se quiebra fácilmente, como un vidrio romántico;
y sin embargo, oh Dios, esas nervaduras sonoras resisten el rocío devastador de los milenios;
de qué fuerza estarán hechas esas burbujas de sentido, esas mondaduras materiales del alma?;
pero ahora dejemos que todo cante, sin intervención de maestros, que todo cante en su pupilaje más íntimo;
que cante desde sus márgenes y hacia lo recóndito, desde la sedimentación más honda hasta el vuelo más blanco;
y entonces será de ver, oh Euclides, qué canción tan vasta y obediente es la población ensamblada del mundo.
Cómo los brotes solos
Cómo los brotes solos
ganan, hacia la luz, los irradiantes polos;
cómo se espesan las neblinas
dentro de los bajíos que escoltan las colinas;
ay, cómo se revienta
el ala del esfuerzo en la tormenta;
y cómo el polvo ido
vuelve a ser este polvo amanecido;
un terrón que se añade, otro terrón
que se añade, en la lógica de la acumulación;
lo oscuro avanza, y lo más claro
avanza, y el silencio, y el disparo;
todo se agolpa en un silencio torvo
con vocación de puerta o tozudez de estorbo;
mirando en torno vemos
al que marcha feliz, repleto de coronas y de remos;
y vemos que las horas
siguen su paso, aglomerando auroras;
que los minutos
caen, en derribo de oro, como invisibles frutos;
cuándo se juntará la junta
para dar la respuesta a la humilde pregunta;
se anuda afuera, silencioso, el tallo
mientras rompe la espuma el casco del caballo;
algo, fuera de todo ojo, se redondea
sin que intervenga el cónclave o la idea;
y la luna platea lo que el sol dora
en una rueda sucesiva y corredora;
y las ansias del hombre
son una inflorescencia bordada que no tiene nombre;
es una cíclica aglomeración
que ya apagada vuelve a encandilarse con pasión;
siempre va del segundo al año
hacia la nube, como Jacob, por el peldaño;
como Jacob, pegando con golpe taciturno
al adversario en lo nocturno;
como Jacob, cojeando en la andadura
hacia la altura;
una puerta se abre bajo el puño
a pesar de la herida y del rasguño;
de un solo trago se bebe la experiencia,
pero cómo la falta de luz en la conciencia?:
cómo, si no es subiendo
en una soledad heroica, sin estruendo?;
cómo, si no es nutriendo la quimera
mientras arde la mano en la salmuera?;
hay que imitar
lo que ocurre a la arcilla, a la mazorca, al mar;
el que no sedimenta
no avienta;
la luna con imán
más luces capta con menor afán;
nos hurtaron la recta
que del silencio cruza hacia la voz perfecta;
todo camina
a su meta genuina;
todo busca, en la luz, su gema
contra el ríspido muro del problema;
vámonos, vámonos con lo que avanza
para saber si es cierta la esperanza!
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