domingo, 25 de diciembre de 2011

Charo Guerra (Limonar, 1962)


María del Rosario
(Charo) Guerra Ayala

(Limonar, Matanzas, 13.03.1962)


Poeta, narradora y editora.

Licenciada en Periodismo, Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana (1984).

Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) desde 1994; editora de la Colección Arcos del Plan Maestro para la Revitalización Integral de La Habana Vieja, Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana (1994-2010); de La Gaceta de Cuba (2000-2005); y desde el año 2006 hasta la actualidad, editora y colaboradora de revistas culturales como Clave (Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana); Extramuros (Instituto Cubano del Libro), y Arte por excelencias, sobre artes plásticas en las Américas y el Caribe, entre otras.

Ha publicado los poemarios:
Un sitio bajo el cielo, Ediciones Matanzas, 1991.
Los inocentes (plaquette), Ediciones Vigía, 1993.
Vámonos a Icaria, Editorial Letras Cubanas, 1998.
Luna de los pobres, Ediciones Matanzas, 2011.

Y el libro de cuentos Pasajes de la vida breve, Ediciones Unión, 2008.

Además, textos de su autoría se incluyen en las antologías: De Cuba te cuento, Plaza Mayor, Puerto Rico, 2002; Donde la luna bebe y La madera sagrada, Ediciones Vigía, Matanzas, Cuba, 2005; La hora cero, Ediciones Aldabón, Matanzas, 2005; Revista colombiana de Poesía Prometeo. XVI Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2006, y Espacios en la Isla. 50 años del cuento femenino en Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 2008.

Por su obra ha sido distinguida con:
• Premio Pinos Nuevos, 1997, por el cuaderno “Vámonos a Icaria”.
• Premio Dador, Instituto Cubano del Libro, 2001, por el libro (inédito) “El bazar de las cosas perdidas”.
• Beca de literatura Cuban Artists Fund, 2005.
• Finalista del Premio Internacional “Margarita Hierro”, convocado en España, 2010.
• Premio de Poesía “José Jacinto Milanés”, 2010, por el cuaderno “Luna de los pobres”.

(Direcciones de correo electrónico: mariaga@enet.cu - charo@cubarte.cult.cu )



del libro Luna de los pobres, 2011
OJOS DEL TIGRE

En su bosque salvaje está brillando el cuenco verde-oscuro
una luz que se expande limitada por puertas y ventanas circulares
que comunican con el mar.

Están acumulándose las lágrimas del tigre
mojando nuestros pies con su flujo constante.
Absorta en la caída,
ya veo cómo avanzan.

Es el tigre, sus ojos, su mirada.
Y voy sintiendo que sus lágrimas
podrían rebosar el universo.

Cierro las puertas de nuestro laberinto.
Condeno las ventanas
y todo orificio que sirva de atalaya.

Sin embargo,
yo bien me perdería en los ojos del tigre,
naufragaría en sus desbordamientos
en esa luz que ha sido su belleza.


CENITAL DE LAS CIUDADES

........................................................................... para María

Nadie quiere ver el espectáculo de la bestia estresada
por la proximidad de la navaja
y el comercio de nervios.

Antes que hieda,
vendrán los empleados
a sepultar despojos en las escarpaduras,
desangramientos múltiples, detritos que contaminan la ciudad.

Los edificios no dejan avistar la periferia
donde el viajero intuye
la intimidad profunda en tonos escarlata.

De humo platinado se alzan las columnas
en las tesorerías y en los palacios de gobierno.
Hay paredes de agua,
pedazos de murales con versiones de historias oficiales
donde domina el áureo.

(Está en el oro la protección del oro.)

Una concentración de lluvia ácida
almacena toxinas en los escurrideros de los bordes.
Ni un grano de impureza caerá sobre el viajero.
Su iris se complace en la epidermis,
en la Biblia cromada que registra el ocio
y muestra sobre la página:
placas de bronce,
fechas, nombres, estilos.


MERCADO

En el aroma de la fruta está la clave
ruina de plusvalía con que va mitigando sus razones
el hombre del mercado.

Viejos antagonistas,
adversarios hostiles,
fieles en el delirio de los finales de jornada:
Quienes compran/quienes venden.
Monedas contra el hambre,
contra la vanidad.
Monedas.

Ellos no saben que, de vez en cuando,
la única transacción es el olor


MIRANDO UN CUADRO DE PEDRO DE ORAÁ

Nube de polvo
habitada por el hombre, levitando.
Estruendos que también habrían de apagarse
en los chorros de sangre que la brisa repartió
lanzadas por la ingeniería
de un sistema energizado,
cada nervio en la boca del vacío.

Lloraban las paredes con los hombres.
caían las cales sucesivas
en diminutas formas y colores.

Era observar la destrucción
un set en retirada,
dejando en ese espacio la posibilidad de otros.
El nosequé posible.

Mucha gente miraba
Miradas renaciendo.
Carreras en medio de la bruma.
Miradas deseando que borren el horror
que se instalaba sobre la tela frágil.


DUDAS

¿Cómo juzgar si el escribano sabe
que su palabra dice más,
si es él quien ejercita,
cada día, la profesión de transcribir?

¿Cómo saber si discrimina,
en favor de nosotros (por nosotros)
mientras esgrime el argumento de la duda?

Si la materia suya es el silencio,
¿de qué modo confiar en la pureza de tales traducciones?
¿Cómo saber si hay culpa en sus verdades tangenciales?
¿Qué calla-que nos dice?
¿Qué dice cuando calla?
¿Qué sabe exactamente de nosotros?
¿Y de él mismo?
Si es sólo un mediador
entre la libertad y la prudencia.


JUEGOS

En la infinita sucesión
estaban escritos nuestros nombres,
junto a los nombres de la historia.
Hablo de todos,
humilde-grande en relación circunstancial.
Ramas genealógicas torcidas,
donde las verdades se mueven
en rangos descritos por los antiguos símbolos.

Imagino los ojos de K.
en el instante en que se despedía con horror,
mirando su caída:
la de un tiempo que sería para él
mil novecientos ochenta y cuatro.

Sus ojos en el pavimento,
visualizando el tránsito a la sustancia etérea,
líquidos, abiertos al vacío.

Pienso en lo que llamaron su elección,
entiendo el gesto,
la armonía del rostro cifrado en un linaje.

Mil novecientos ochenta y cuatro
como miles de años antes,
o el día de hoy y el de mañana.
Hemos estado aquí desde la creación del mundo.
Esa certeza llega ante las almas como K.
almas que marcan la fatalidad más que la suerte.

Es que acaba el espacio que ocupamos,
y la corteza temporal que nos visibiliza
desintegra, disuelve los contornos,
o apuramos el acto de la transfiguración,
y el resto de nosotros sigue vivo.
Vivo un poco más.

Supongo que alguien dobla las hojas
de un gran libro.
Ese alguien cada noche repasa las historias,
y ve cómo se cumplen los rigores de un oráculo
que consiste en darle cuerpo
a una materia breve a la que llaman hombre.

Sí. La existencia es eterna,
del mismo modo la soledad de quien lee ese Libro,
el libro donde estamos todos, sin jerarquías,
ni los rigores vanos de quiénes pueden
o no pueden,
acompañarnos a la mesa.

Sucede que se esconden las ramas,
a modo de árboles genealógicos
–las esconde alguien–
y los dibujos aparecen/desaparecen,
descritos por enigmas,
un lenguaje sencillo para cubrir el pasatiempo.


FUNCIONES DEL ARTE

A trasluz la noticia en el papel dorado:
Orlas rígidas
avales como cuños de agua
tipografía rellena por la cifra.
Escudos,
rúbricas,
números, números, números...

En mis manos enarbolo la obra de un artista
Estrujo en mi cartera este salvoconducto de los dioses
héroes santificados en el poder del número.

A cambio habré de recibir:
cuatro libras de hígado,
dos kilogramos de pescado,
una bolsa de pan,
algo de queso.


LA MANO
acariciando a la otra mano.
Detenida en el límite.
Avisada por sí misma.

La mano escudándose en la voz que sobreentiende.
Alianza de la voz que se distrae.
Conversaciones que fragmentan
la sustancia de dos cuerpos en apariencia íntegros.

¿Cuánto debe demorar la mano en otra mano,
sin que esta comience a sospechar de la textura que le entrega,
absorta en otra piel como en un acertijo?

Risa cómplice del mínimo delito.
Levísimo y vibrante roce que sobrepasa lo sensato.

Ataduras casuales,
amor táctil, improbable, irreal.
Sucesos inocentes de la proximidad.

Dato inútil (público) que nadie irá a reconstruir
más que las manos luego.
Vacías,
en el acto de repetir el gesto.

A solas.
Intenso sensual que multiplica
esos espacios fulgurantes,
inasibles en la sustancia de otro cuerpo.
.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Rafael Carballosa (Holguín, 1975)


Rafael Jorge Carballosa Batista
(San Germán, Holguín, 24.02.1975)


Cursó hasta el quinto año de Licenciatura en Filología por la Universidad de La Habana, 1993-1998.

Organiza y dirige el Proyecto “República Poética” por el que ha sido invitado a varios eventos como “Romerías de Mayo” en Holguín, “Premio Reina del Mar Editores” en Cienfuegos, “Jornada de la Canción Política” en Guantánamo, “Cruzada Literaria” en Camagüey, “Itaca” en Mayabeque, “Festival del Caribe” en Santiago de Cuba, el Festival Internacional de Poesía de La Habana, y La Feria Internacional del Libro.

Preside la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en la Isla de la Juventud, lugar donde reside.

Ha publicado los poemarios:
La infinita quietud de la tristeza, Ediciones Ancoras, 2004
Rimas comunes, Ediciones El Abra, 2005
El grave otoño, Ediciones El Abra, 2007.

En el 2012 Ediciones “El Abra” publicará su cuaderno de décimas “La ventaja de no pertenecer”, Premio de la Ciudad de Nueva Gerona 2010.

Textos suyos aparecen en las antologías “Otras Islas”, Cubeart, 2008; “Aedas en el estadio”, Editorial Unicornio, 2008; “Antología de la nueva poesía cubana 1970-2010”, Elefante Editores, Perú, 2010; “Esta cárcel de aire puro”. Panorama de la décima cubana en el siglo XX, Editora Abril, 2011; “La Isla en versos”, Ediciones La Luz, 2011. Además, ha publicado textos poéticos en la Revista Caimán Barbudo (AHS), Videncia (Ciego de Ávila) y Carapachibey (Isla de la Juventud).

Por su obra ha sido distinguido con:
• Premio de Poesía “Mangle Rojo”, Asociación Hermanos Saíz, 2002 y 2003.
• Premio Poesía de Amor, Isla de la Juventud, 2003.
• Premio de la Ciudad de Nueva Gerona (décima), 2003 y 2010.
• Premio en Concurso Literario “Paco Mir” (décima), 2004.

( Dirección de correo electrónico: ahsisla@gerona.inf.cu )


del libro La infinita quietud de la tristeza, 2004

I
Era el patio con sombra y la frescura que nos salvaba.
Era la casa de los abuelos con su humildad severa y limpia.
Eran los pinos y la banda innumerable de gorriones,
trovadores al acecho del arroz puntual del mediodía.
Y era la tarde y su silencio hasta hacerse niña,
la laguna desnuda y el verde insobornable.

Era el abismo grave del aljibe,
el reflejo festivo de colores redondos.
Eran las ceremonias de la familia,
el café con leche , el dios te ampare y te haga bueno.
Era la escuela, la maestra que nos enseñaba
cada día a leer y a compartir la merienda
y que lloraba largamente cuando nos portábamos mal.
(Sus lágrimas caen desde el pasado
y están en la lluvia que moja mi ventana).

Eran los cuentos de aparecidos y cadenas tronantes,
el puente y la felicidad terrible al paso de los trenes,
los labios de la primera novia y su mirada triste cuando me fui.
Era el dulce de las frutas, el polvo
a duelo con el sol en los caminos.
Era mi madre mojando la tierra amarilla,
sin tiempo a sentir pudor por su pobreza.
Era la alegría del barrio porque mi padre
había regresado vivo de África.
Era el animalito, canción de mi infancia,
que un camionero distraído nos mató .
(A veces siento su llamado
en el ladrido de los perros de la calle).

Era la vecina que nos quitaba el empacho
con un poco de aceite y una sonrisa.
Era el estadio, versión municipal del Paraíso,
donde soñábamos, ¡ah ingenuos!,
con el aplauso de las multitudes
y la parroquial gloria del equipo.
Era la finca de los tíos, donde sentimos como nunca
la ternura de la tierra en la tarde,
el acechante imperio de la noche.
Y era la suerte de que al despertar
fuéramos todavía basuritas de dios,
sin derrota ni sospecha de muerte.


V
Al abrir los armarios silenciosos
nos asalta el amable olor del tiempo.
A veces también se avalancha desde
esas líneas que el placer rescata .
Quizás sean los aromas del polvo,
los tranquilos prólogos de la muerte.

Debiera estar triste. Debiera sentir
que no hay posibilidad de consuelo para el hombre.

He sido áspero y gris, histrión y charlatán.
Me han dado mucho más
de lo que mi haraganería ha merecido:
la noche, la poesía –la de los otros, claro está–,
la familia, el hábito de la conversación,
el cine, el silencio, la lluvia…

Esta época sin grandeza es mi tiempo.
A veces me asomo a la televisión
y compruebo qué loco va nuestro mundo.
He preferido no defender ninguna verdad
ni adscribirme a militancia alguna.
Si leo a Borges o a Kavafis
recupero la fe en el poder
de salvación de la poesía.

De nada puedo brindar testimonio
sino de la dignidad de una calle
en el instante en que un perro la cruza
saturándola de realidad.



del libro Rimas Comunes, 2005

I
Sufro y amo en un país
que en su pobreza es hermoso.
Rincón humilde y sabroso
donde a veces soy feliz.
Vengo y voy a su raíz
para estar acompañado,
y aunque apenas he logrado
algún verso lastimero
juro a mi gente que quiero
caminar siempre a su lado.

Que algo de mi canción quede
en su memoria y su amor.
Que si para mi dolor
alguna opinión le agrede,
convenga en que bien se puede
amar y no estar de acuerdo.
Que si mañana me pierdo
buscando otra geografía,
sepa que sólo quería
demorarme en su cariño
y que comprenda que un niño
tiene su majadería.

¿El resto? Es vanidad,
escarceos con la nada,
tonta pasión desangrada
contra una Divinidad
que patentó la verdad
con sus decretos feroces
y que silenció las voces
de diversa melodía,
no fuera cosa que un día
no temieran a sus coces.

Bien, lo que haya de venir
trabajando aquí lo espero,
cultivando del romero
su pobreza y su elixir.
Nada más quiero decir,
estoy tranquilo y sereno.
Bebo mi propio veneno
y labro mi propia trampa.
Llueve pero luego escampa,
y el lirio sucede al trueno.


II
Gracias, Señor, por las putas
que permites en mi aldea.
Gracias por dejar que sea
yo amante de su cicuta.
Sospecho que tú disfrutas,
aunque a más alta distancia,
como yo de su arrogancia
honesta y sacrificada.
¿Que cobran? No paga nada
tan hermosa militancia.


XIV
Alguien me dijo “es muy necio
pretender llevar la luz”
y mencionó a un tal Jesús
que siguen matando recio.
No me importa si el desprecio,
la estupidez, la ironía,
son el premio que a mi día
dan mis severos paisanos.
No importa. Aún mis manos
intentan la poesía.

Eso todo justifica,
toda herida hace eventual
para quien busca el cristal
que enamora y clarifica.
Yo admiro a quien edifica
sin mucho estruendo un destino.
Amo a quien abre el camino
que luego seguirán otros.
A quien dice “yo es nosotros”.
Amo la altivez del pino.

Amo, créanme, lo juro,
las ceremonias comunes
del cariño. Amo el lunes.
Amo ser así: impuro.
Amo verme en el apuro
de traducir tu mirada.
Amo la noche estrellada,
noche total de mi aldea,
y amo que ella me crea
cuando la nombro mi amada.

Esta es mi única verdad:
ser un poco más humano.
Ser, qué remedio, cubano,
sin tanta solemnidad.
Tener siempre a la bondad
como rumbo y como meta,
y digo a quien me receta
olvidar a los demás:
esta es mi guerra y mi paz,
por el otro soy poeta.



del libro El grave otoño, 2007

Qué melancólico
el chirriar de los grillos
entre las yerbas.

Guardar silencio
mientras los cuervos graznan,
y cuidar la huerta.

Escucho el agua
correr bajo del puente.
Serenidad.

La persistencia
de la rama me dice
que volverás.

No es ser humilde,
mucho menos ser simple:
la transparencia.

Desde la sombra,
igual que las raíces.
Desde la sombra.

En la arboleda
sigue siendo domingo
y aún te espero.

Dije tu nombre.
La quietud sobre el lago
lo repitió.

Un perro ladra.
Pronto será de noche.
¿Dónde te has ido?

Vuelvo a peinar
al hombre del espejo.

Tiendo mi cama
y organizo los libros,
tu foto en el estante.


ooOoo

Yo quisiera ser útil como un techo,
como un par de zapatos, como un pozo;
y si el amor convoca para el gozo,
quisiera ser el labio y ser el lecho.

Quisiera atreverme a poner el pecho
antes que la razón o el triunfo odioso.
Quisiera abrazar al bueno y al tramposo
y ver al zurdo al lado del derecho.

Quisiera ser pescador, campesino,
el que pasa vendiendo girasoles,
ser como una luz que todo lo abarque.

Y aunque el verso haya sido mi destino
y no tenga más que estos arreboles,
yo quisiera ser útil como un parque.


ooOoo

................................................................... a Sofía y José Antonio

No dejes que asesinen tus centauros.
No te permitas flaquear en la tormenta.
Aunque sobren razones,
aunque te quedes sin aliento,
aunque te dejen solo,
aunque a nadie le importe,
aunque la vida siga su curso,
indiferente a tus anhelos
y los muchachos en la esquina
presuman de la marca de sus zapatos,
aunque en la tele digan que todo está muy bien,
aunque Dios no se asome.

No dejes que asesinen tus centauros,
porque mañana tu pequeña
también tendrá su espanto y su duda
y quizás la reconforte saber
que su papi no inclinó la cabeza
cuando todo parecía mostrar
la nadería del humano empeño
de hacer más habitable la vida de los hombres.


ooOoo

............................................ a Wilse Peña

Esta tarde en tu jardín,
......................................................................................... mientras hablabas de las orquídeas
y sus caprichos
y nos conducías por un breve laberinto
que debe pronunciar sus máximos fervores
hacia fines de mayo,
mientras los poetas recitaban
versos propios o ajenos
y estallaba ruidosa alguna broma o anécdota,
tendidos en la hierba
a la sombra de la conversación amiga
y de los tragos posibles,
he redescubierto de un modo tácito
la utilidad de la poesía
y he sentido que en el corazón del mundo
aquel simplísimo acto de amistad
tenía su inefable resonancia.

Esta tarde en tu jardín
he tenido la serena certidumbre
de que Dios se asomaba y sonreía.


ooOoo

Cuando tenía veintidós años
una mujer, algo mayor, me pidió
que me quedara a su lado
a cultivar el huerto de sus días.

Temí de su tristeza
y escapé en busca de otras islas,
pues entonces el mundo era un enigma
y era preciso correr el riesgo de descifrarlo.

Casi una década después,
yo soy aquella mujer
y ahora suplico a una muchacha
de recientes veinte años
que eche su ancla en mi puerto
y baje a las tabernas de mi orilla.

Estos son los caminos circulares.


ooOoo

Todo retorna, como enseñaban los antiguos.
Un día ella izará sus velas
y su insolente hermosura
intentará otras historias.

Ah, mi vieja amiga,
ya ves cómo he pagado mi indolencia.
Pronto seré yo el abandonado,
el que ya sabe que el tiempo
no es un después inagotable.

De nada sirvió partir.
Nunca encontré las respuestas.



– Inéditos –
LAS COSAS POR SU NOMBRE


No se engañe, “Delegada”,
somos unos muchachos tranquilos.

Nos tendemos sobre la hierba
a conversar con las nubes
y a traducir el idioma
que nos traen las lluvias de Agosto.

Es cierto que somos un poco vagos,
pero mire usted, tanto empeño
y asusta cómo anda el mundo.

Se nos ve vagabundear por las esquinas
cuando casi todos se han ido a dormir,
en busca de una señal, de una invitación,
que nos recuerde que aún estamos vivos.

Y también es cierto que soñamos con paisajes
que nunca hemos visitado,

que somos militantes del asombro y la fuga,
que abrazamos las preguntas que emergen como islas
en el horizonte de cada canción.

Nos llenamos de dibujos y alambres
porque ya sólo el cuerpo quizás nos pertenece.

Nos declaramos en contra
de todo el que pretenda administrarnos
las buenas libras de oxígeno
que a cada segundo nos da la vida
sin reclamar diezmo, oda ni sumisión.

Nos aburre la gramática de los noticieros
así que llamamos las cosas por su nombre
y nos resbala que la Academia
pregone el Apocalipsis.

No anhelamos más herencia que la noche
y su altura sorprendida.

Bajo el imperio del caos y la resaca
amamos y somos amados sin mayores argumentaciones.

Los que vengan después harán lo suyo.


ooOoo

Y mentimos porque sí,
........................................................................ para pasar el rato,
........................................................................................ para reírnos de los museos,
...................................................................................... porque demasiadas veces
hemos visto morir y matar a nuestros padres
en nombre de la gloriosa verdad.

Las navajas que ve en nuestras manos
están en su mirada.

No llegaremos a la luna,
no inventaremos la rueda ni el rock and roll,
pero tampoco seremos el combustible
que ha de mover la Gran Máquina de la Estafa Universal.

Hijos de la extensa raza de los hombres,
cualquier sonrisa es nuestro barrio,
cualquier vino nuestra casa.

Vaya a su meeting y homenaje
y déjenos en paz,
mientras dibujamos caligrafías de humo,
y recitamos versos obscenos.
Mientras cantamos, descreídos y borrachos,
desde la indócil vértebra sonora.


SALÓN DE PELUQUERÍA

Mujer de latidos bilingües y vestir de acuarela,
de labios y pechos de fiebre,
debes saber
que te ama un hombre simple como la tierra,
un hombre que no logra limpiarse de ironías,
se emborracha con alcoholes mentidos
y tropieza el minuto de la hora que no alcanza.

Mujer de gestos cinematográficamente sofisticados,
despierta y sin tregua,
tú que descifras todas las señales
y das primero y tres veces,
te aviso
que te espera un hombre sucio como el tiempo.

Un hombre que dice con frecuencia
carajo,
la cosa está de pinga,
me cago en dios.
Un hombre sin talento para las relaciones públicas,
el marketing y el sistema empresarial.

Mujer sustancia de confeti y neón,
emperatriz de las celebraciones,
Honoris Causa en dietas, gimnasios y cosméticos,
entérate
que voy a la tristeza y los domingos;
que soy leal como la noche;
que me demoro más en una canción
o en el alarde irrebatible de tus nalgas
que en el arcoiris desechable de las vidrieras;
que frecuento el censurable vicio
de tenderme a conversar con la luna,
tal vez porque sospecho que en su vientre
pastan los sueños que postergamos
por idiotez o cobardía.

Mujer experta en telenovelas y revistas de chismes,
estadista del souvenir y la gangarria,
faraona del confort,
látigo del luto y la arruga,
si aún no he aniquilado tu entusiasmo,
te prevengo
que si pasas el umbral de mi desasosiego
y persistes en hacerme la estrella de tu show,
tendrás que seguir siendo tú misma
porque así, teatral y purpúrea,
te quieren mis muertos.

Y si acaso mi cariño deviene
en catedral de mármol y escarcha,
te invito
a que combatas y destruyas mis ídolos,
porque también yo,
oh mujer que te conmueves
con la peor música del mundo,
también yo
prefiero el idioma que habla la ternura.

Y ahora,
por favor,
ponme de nuevo ese bolero.


LETANÍA CIUDADANA

.................................................................................... “…mostrándome sus manos llenas…”
................................................................................................................ [ Walt Whitman ]

.
La libertad justifica las guerras,
......................................................... me dicen los generales.
La libertad a veces se vende,
................................................................ me dicen los comerciantes.
La libertad mueve a las masas,
......................................................... me dicen los políticos.
La libertad está más allá,
......................................................... me dicen los beatos.
.

La libertad pasó de moda,
................................................................... me dicen los adolescentes.
Cuidado con una sobredosis de libertad,
......................................................... me dicen los adictos.
La libertad se hizo secretaria,
......................................................... me dicen los hippies.
La libertad, ah, la libertad,
................................................................ me dicen los nostálgicos.
.

La libertad es una ilusión,
........................................................... me dicen los budistas.
La libertad es un truco,
......................................................... me dicen los magos.
La libertad no tiene solución,
................................................................... me dicen los matemáticos.
La libertad está prohibida,
............................................................. me dicen los censores.
.

La libertad se cae,
................................................................ me dicen los arquitectos.
La libertad no tiene ritmo,
............................................................ me dicen los músicos.
La libertad no da buenas cosechas,
................................................................... me dicen los campesinos.
.

La libertad nos mantiene ocupados,
..................................................................... me dicen los enterradores.
La libertad fue otro dinosaurio,
........................................................................ me dicen los paleontólogos.
La libertad es una candela,
................................................................. me dicen los bomberos.
.

La libertad es pa’ los machos,
.................................................................. me dicen los mariachis.
La libertad es un delito grave,
.............................................................. me dicen los policías.
.

La libertad, qué es la libertad,
............................................................. me pregunta mi niño.
Y yo, que siempre me creí libre,
no sé qué responderle.
. .

sábado, 10 de diciembre de 2011

Juventina Soler (Manzanillo, 1970)

Juventina Soler Palomino
(Manzanillo, Granma, 13.02.1970)


Poeta, editora, profesora y guionista de programas radiales.

Es Licenciada en Educación, Especialidad Literatura y Español, Especialización en Cultura Cubana.

Desde el 17 de marzo hasta el 4 de octubre de 1998 laboró en el Centro de Promoción Literaria “Manuel Navarro Luna”. Parte de su labor profesional la ha dedicado a la edición de libros, realizando trabajos para Ediciones Orto, en Manzanillo, y Ediciones Bayamo. Actualmente se desempeña como editora del boletín digital "Xerón" de la UNEAC provincia Granma, es profesora de la Universidad de Granma, es miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) desde 1994 -organización esta de la que fue presidenta en el municipio Manzanillo por cinco años consecutivos-, y es miembro y presidenta de la Filial de Escritores de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en la provincia Granma.

Ha publicado los libros:
Antología Cósmico-Lírica de Juventina Soler Palomino (poesía), Frente de Afirmación Hispanista, México, 2000.
Signos de Resurrección (poesía), Ediciones Orto, 2003.
Exilio en mi Ciudad (poesía), Ediciones Bayamo, 2005.
Mirar a los lados. Dos zonas de la poesía cubana de los noventa (ensayo), Ediciones Orto, 2007.

Posee inéditos los libros Apenas soy el pasto de Dios (poesía), Migajas sobre la mesa del tiempo (poesía), Proceso cultural cubano de finales del siglo XX y principios del XXI o la constante búsqueda de la aguja en el pajar (ensayo), y Para contarlo en voz alta (teatro).

Su poesía se incluye en las antologías:
Casa de las alucinaciones, Banco de Ideas Z, 1995.
Al sur está la poesía. Compilación de poesía granmense. Ediciones Bayamo, 1998.
Mujer Adentro. Selección de Poesía femenina. Editorial Oriente, 2000.
Los Parques. Antología de jóvenes poetas cubanos. Ediciones Mecenas, 2001.
Una mirada. Antología de poesía cubana. Ediciones Luminaria, 2003.
Antología Cósmica de la Poesía Cubana (tercera parte). Frente de Afirmación Hispanista de México, 2001.

Además su obra está publicada en las plaquette “Sed del Espejo” y “Piel de Relámpago”; así como se recoge en diversas revistas.

Por su quehacer y creación ha sido distinguida con:
• Mención “Juan Francisco Sariol”, 1997.
• Mención “Veinte de Octubre”, 1998.
• Premio “Afranio Parra Guzmán”, del Taller de Creación “Siembra” de Cartagena de Indias, Colombia, 1998.
• Mención “Elieser Lazo”, 2002.
• Premio “Delia Carreras”, 2001.
• Premio Especial del Consejo Nacional de Casas de Cultura en el Concurso “Regino Pedroso”, 2005.
• Sello XX aniversario de la fundación de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), 2007.
• Premio de Cultura Comunitaria, 2008.
• Premio Anual de Poesía “América Bobia”, 2011.

(Dirección de correo electrónico: tinasoler41@gmail.com )



del libro Exilio de mi ciudad / Permanencia, 2005
EXILIO EN MI CIUDAD (I)

1
Mi ciudad es un puente en la memoria
donde los andenes asisten al silencio
y el mensaje dice
la hora exacta de perseguir los caminos.

Vuelvo a mi ciudad
ella siempre espera.

Desde la ventanilla del tren
alguien dice adiós
deja sus confesiones en el rostro del aire
para luego mirar solo mirar.
Nadie me abre los brazos en el andén
cuando un niño juega con las ropas de su madre
el loco escribe en los latones y bosteza
el vendedor ofrece la eterna felicidad
dormida en su garganta
un forastero sostiene su equipaje
y silba una canción
mientras la adolescente se acaricia el cuerpo y espera.


Nadie me abre los brazos en el andén
los viajeros muerden la indiferencia
de las tres de la tarde
y el conductor anuncia nuevamente.

2
Siempre imaginé la salida de un tren
como el golpe de una ola acariciando
el adiós del que queda en la orilla
pero los trenes parten a pesar del silencio
de las manos invisibles en la distancia
a pesar de la fiel promesa.

Estoy en el ferrocarril
donde a las tres de la tarde todos huyen
se lanzan a conquistar los senderos.
A esta hora el viejo de la taquilla se revuelve
entre el cansancio y la sonrisa de quien nada espera
sueña con su amada cada noche
y el sonido de los trenes
le devuelve a su banqueta diaria.
Siente cómo su palabra de hace invisible
porque se la llevan los trenes
a reencontrarse con el pasado.
A las tres de la tarde
los viajeros compran sus boletos
inventándose una historia
para contarla en los estrechos pasillos
luego vuelven sus pasos y sueñan.
Estoy en este ferrocarril
en el que todos anuncian su viaje
pero vuelvo a mi ciudad
ella siempre espera.

El reloj marca las tres de la tarde
y desde la ventanilla del tren
alguien dice adiós.

3
Hoy tengo la indefinida edad
del tiempo que marcan los olvidos
porque revuelvo mis papeles mi casa mi ciudad
y no me encuentro.
Pero ahí están todos
y todo en su lugar
como un vidriera bendecida por Dios
aunque al cerrar las puertas
se arrodillen delante de un plato vacío
y rememoren las glorias pasadas.

Mis abuelos ya no van a la plaza
por un centavo de azúcar
se fueron con sus dudas y los años
sin comprender por qué los hijos
tiraban sus ojos al mar.

Pero mi ciudad los vio huir
mis tías y primos se arrancaron
las piedras de los zapatos
y a la caída del sol en el mar
nada más se vieron sus sombras.
Nadie nadie nadie
sobre la aparente tranquilidad
sobre la desidia de los grandes manuscritos
sobre el borroso escudo invento del conquistador.

Cuando miro al mar no me sorprendo
y las horas pasan
en las alas de las gaviotas
que desde sus picos
lanzan una plegaria.

Ahí están todos
y todo en su lugar
como una vidriera bendecida por Dios
y mi hijo en esta ciudad
y sus primeros años comprometidos con el mar
a la primera campanada abrirá sus ojos sonreiré
y el padre quitará de su piel
las lágrimas que heredó
cuando su cuerpo crecía en mi vientre.
Aquí estoy
y tengo la indefinida edad del tiempo
que marcan los olvidos.

4
Desde el asfalto alguien lame su destierro.
No nos alejan los océanos
ni altas cumbres impiden el paso
es la capital de mi país que huye abandonándose.
Se hace necesario devolver las palabras
cuando el paisaje es cada día más inconcluso
y nadie recuerda sus primeros años
en que los padres dibujaban un barco
en el borde de un papel
señalando el mar las nubes
y nosotros tomados de las manos
decíamos adiós sin mirar para atrás.
Mis padres fueron tragados por estas piedras
con sus dibujos de soles imperfectos
y despedidas borrosas.
Solo quedamos nosotros
haciéndonos preguntas muchas preguntas
después de los treinta años.
Desde el asfalto alguien levanta su consigna
ondea con los harapos del aire
lo aplastan trituran sus sueños
nadie nadie nadie
es su propio benefactor y recoge despacio
lo que le queda del cuerpo.
En la puerta de su casa la consigna se ríe
le convida a la mentira
solo piensa que es muy tarde
y necesita comer
limpiarse lo que le queda del cuerpo
prestar un pedazo de pan
al que se arrodilla en la acera
para nuevamente
colgarse al cuello la consigna que otro inventa.

Alguien dibuja en el borde de un papel esta ciudad
donde lame su destierro.

5
Ahora llueve
y pronto el agua nos devolverá
al sitio justo.
Nos ponen las aguas frente a nosotros mismos
porque aguardan la cotidiana cita
que cree engañarnos una y otra vez.
Los años no pasan en vano
desde mi lugar miro al tiempo
y mientras en mi ciudad llueve
soy una gota que espera la caída.


VEINTIUNO DE JUNIO DE 1937

................................ Y quise herirte
.............................................................. allí en el mismo centro de tu ser....
..................................................................... Así me defendía del miedo a conocerme.
............................................................................................................... [F.O.]

.................................................. De Digna Palomino, mi madre.

Siempre soñé abiertas mis manos
para juguetear con el susurro del día
así caminé entre desamor y pobreza.
Sobre mi casa volaban las brujas
a las doce del día me hablaban al oído
me daban de comer sus uñas
pronto aprendí a volar
también mi padre tatuaba
sobre el alma de mi madre la soledad.
A los quince años mis manos desaparecían
entre las sábanas y el sol
desde ese momento adiviné mi futuro.
Ya era bruja y volaba a las doce del día
camino al infierno
luego llegó él me desnudó a las doce de la noche
entonces mis ojos lamieron su sangre
incansables poseídos por la nostalgia.

Riego mis huesos
solo me quedan mis huesos
luego de un veintiséis de julio de 1990.
Para entonces ya era bruja
y volaba a las doce
y aparecía él entre sonrisas
para guardar mi cuerpo en su bolsillo.
Tuve tres hijas
desde esa fecha dejé de volar
tres hijas alimentándome el parto con desmemorias
mi existencia dictaron bajo los pies y el recuerdo
cada una llegó con la estación de los hombres:
la primera coronada por la ausencia eterna
tocó mis brazos un invierno de 1970
la segunda salió de mi vientre
en el otoño de 1972
la tercera se sembró en mi pecho
-ser de inmoladas hazañas-
en el verano de 1975.

Riego mis huesos
solo me quedan mis huesos.

Cuando amanece la tierra me da de comer
el mar me conduce hasta la puerta de su casa
me invita a una copa
y mi hija escribe incesantemente
riego sus ojos con el rocío de la mañana
aún conserva su collar de escamas
y su padre se arrepiente
cuando encuentra al tiempo.

Riego mis huesos
solo me quedan mis huesos.

Voy al encuentro con mi madre
ella guarda mis ojos en su pañuelo
y la tierra nos acoge
pienso en mis hijas y sus tardes
pero dejé de volar
cuando él abrió mis piernas
y ellas nacieron.
Sobre mi casa volaban las brujas
a las doce del día me hablaban al oído
ahora después de catorce años y para siempre
riego mis huesos
solo me quedan mis huesos.


VEINTICINCO DE FEBRERO DE 1939

.................................................. De Juventino Soler,
................................................................. para que el tiempo no venza.

Cuando el sol brilla
su luz nos cobra una deuda.
Continuamos cansados de mirarnos frente al aire
en esta interminable entrega de cada día
como si quedara solamente
una butaca en el vacío teatro.
Siempre mi niñez de árboles y soledad
donde las mujeres no llegaron
paseaban todas por mi cuerpo
siempre tranquilas en su inercia
desde las páginas de una vieja revista.

Voces a mis espaldas
y un extraño guiño de la ciudad
que me vio crecer más allá
de sus fuentes y ahuecados vítores.
No encuentro las promesas
testigos en la cerradura del agua
en los años parecidos a las cobijas del insomnio
como acertijo inmolándose
como los veinte años que bebí
desde los senos de aquella mujer
que arropó su inocencia en mi lengua.
Dónde están mis hijos
dónde mi casa
dónde la época en que todos corrimos
y apostamos el futuro en incontables sospechas
que han quedado detenidas en el horizonte.





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